¿Cómo funciona exactamente un test de embarazo?
Las pruebas del embarazo que nos hacemos en casa son cada vez más rápidas y más fiables
Hay mujeres que presienten enseguida que están embarazadas.
Otras solamente caen en la cuenta tras el primer o el segundo mes.
Aunque la falta de menstruación suele ser el motivo más evidente que nos
lleve a realizar un test de embarazo, lo cierto es que los primeros
signos pueden aparecer aproximadamente a las dos o cuatro semanas de la
fecundación: sensibilidad en el pecho, dolor de cabeza, calambres o las
consabidas naúseas.
Aunque no notemos síntoma alguno, el cuerpo de la mujer reacciona pasados los primeros días:
la ovulación (es decir, el tiempo que pasa entre que se libera el
óvulo, y lo que tarda en viajar hasta el útero fecundado o no), suele
durar aproximadamente unos cinco o seis días, aunque en realidad la fase
fértil comienza 72 horas antes, y no suele prolongarse más allá de las
24 horas después. Una ventana que se conocen de memoria las parejas que están buscando un bebé.
Independientemente del formato que tengan, los test de farmacia
reaccionan todos del mismo modo, y todos se basan en lo que sucede
después de esos cinco o seis días: la detección en una diminuta muestra
de orina de la gonadotropina coriónica humana (hCG), una hormona placentaria que se libera en grandes cantidades durante el embarazo.
La liberación de hCG comienza nada más darse la implantación de un embrión en el útero,
pero, aunque los test de embarazo que hacemos en casa son cada vez más
precisos y pueden hacerse cada vez más temprano, lo cierto es que
solamente son reactivos y dan un positivo o negativo fiable cuando la concentración de esta hormona es lo bastante alta.
Algo que no suele suceder hasta algo más adelante: un test siete días
después de la fecundación puede dar fácilmente un falso negativo. De ahí
que, entre otras cosas, se recomiende a las mamás que estén buscando un
embarazo no consumir nada de alcohol hasta que tengan la confirmación evidente de un no-embarazo (la menstruación), incluso cuando el test diga lo contrario.
Entonces, ¿cuánto podemos fiarnos de estas pruebas?
Aunque muchos test afirman tener una fiabilidad del 99% cuando el
resultado es positivo, y algo menor si es negativo, en realidad todo se
reduce al momento del ciclo menstrual en que lo llevemos a cabo, los niveles de gonadotropina en sangre y el momento del día.
Por ejemplo: cuanto más cerca de la menstruación, especialmente después
de un retraso, más fiable será el resultado, sobre todo si hacemos el
test a primera hora de la mañana, cuando la orina está más concentrada;
en esas horas, la hCG también se concentra en mayores cantidades, por lo
que es importante intentar no beber mucha agua ni tomar diuréticos
justo antes de hacer la prueba, para evitar que se diluya en exceso.
¿QUÉ PASA CON LOS FALSOS POSITIVOS?
En algunos casos, los menos, la prueba del embarazo puede dar un falso positivo: el
primer test confirma el embarazo, mientras que uno realizado más tarde,
incluso en la consulta del médico (donde se miden los niveles de hCG no
en la orina, sino en sangre), puede dar negativo. El motivo más
frecuente: que se de una concentración inusual de la hormona
gonadotropina coriónica si por ejemplo la mujer sufre un trastorno hormonal, o si se ha sometido a un tratamiento de fertilidad en el que se suministre esta hormona; también se consideran falsos positivos los embarazos ectópicos, que no suelen llegar a buen término aunque liberan hCG como un embarazo normal, o los embarazos que terminan de forma natural en las primeras semanas, y que a veces son detectados por los test muy sensibles en los primeros días tras la fecundación.